Autor: Guillermo E. Padilla
Editorial: Imprenta Monterey
Edición: Diciembre 1970
Encuadernación: Pasta dura
Páginas: 446 (25 x 35 cm)
Excelentes condiciones
¿CUANTOS AFICIONADOS A LOS TOROS HAY EN LA CIUDAD DE MEXICO?
A los cincuenta mil que llenan la plaza «México» en las tardes más brillantes, o que la llenaban cuando había de esas tardes, agreguemos otros veinte mil que caben en la de “El Toreo», y a veces se han llenado en la misma tarde las dos, cuando los carteles lo han ameritado; descontemos unos cuantos miles de turistas, que van por conocer el espectáculo, que no tienen por él verdadera afición; pero a cambio aumentemos el gran número de quienes por un motivo o por otro han de conformarse con ver las corridas por televisión, aunque su afición sea mucha; tal vez hay entre ellos verdaderos aficionados que sienten cariño por la fiesta, que disfrutan recordando las tardes pasadas, evocando las glorias del ayer, rememorando fechas inolvidables y toreros que dejaron profunda huella de su paso por nuestros ruedos.
Todos esos miles de aficionados de verdad, no de meros espectadores, o asistentes a corridas, habrán de recibir como un regalo delicioso el libro de don Guillermo E. Padilla «Historia de la Plaza El Toreo 1907-1968», que habrá de darles muchas horas de sabrosa lectura, en que pensarán que «recordar es vivir». El ambicioso plan de la obra la lleva hasta dedicar un capítulo inicial al resumen, muy apretado, de la historia de la fiesta en México, desde la primera corrida que se celebró en honor de Hernán Cortés, hasta las plazas que fueron precursoras de la de La Condesa, como la anterior «México» que fue la última de ellas; de allí se pasa a la historia de la plaza de «El Toreo», desde la integración de la sociedad que habría de construirla, la bendición del terreno, la colocación de la primera piedra, la corrida inaugural, la alternativa de «Fuentes Mexicano», la «Cuadrilla Juvenil Mexicana»…
Para muchos, ya todo esto es historia antigua; pocos quedarán que recuerden esos hechos por haber sido sus testigos presenciales… hace ya de oso sesenta años. También quedarán pocos que recuerden, o siquiera que sepan, que «Iitri» cortó la primera oreja concedida en tal coso, o la alternativa de «El Serio», o la presentación de aquel novillero que tan poderosamente llamó la atención: RODOLFO GAONA.
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